Con esta pregunta, hoy queremos dar pie al debate.
El negocio de la pornografía ha sido modificado desde sus raíces por la web: con la banda ancha, el tráfico de fotografías y videos ha llevado al cine para adultos a una especialización sin precedentes. Entre el porno realidad y el altporno, el "porno para mujeres" se perfila actualmente como uno de los subgéneros con mayor potencial de la industria. Erika Lust, co-fundadora de Lust Films, productora audiovisual, periodista y escritora, es a día de hoy, una de las mayores precursoras del género.
"Cuando vi porno por primera vez no fue amor a primera vista ni mucho menos. Había algo en las imágenes que me excitaba, pero también muchas cosas que me molestaban. No me sentía identificada en esas películas: ni mi estilo de vida, ni mis valores, ni mi sexualidad aparecían por ninguna parte, veía en el cine porno una industria dominada y dirigida, fundamentalmente, al género masculino".
Desde luego, vio algo en cine X que le desagradó por completo. Así fue como comenzó a dirigir cine porno, un género al que quiere llevar "otra ética y otra estética", alejarlo de los clichés machistas que lo rodean y convertirlo en "un estimulante sexual sano y positivo" para todas (y todos, según defiende Lust).

Sus producciones se diferencian de las demás por tratarse de guiones más cuidados donde la historia y los sentimientos adquieren un papel fundamental. Le cede más importancia a los detalles y busca en todo momento, situaciones reales con las que las mujeres puedan sentirse identificadas. Sin embargo, ¿es esto suficiente para denominar su cine como "porno para mujeres"? ¿Hace falta una distinción entre cine porno para mujeres y cine porno para hombres? ¿Significa esto que una mujer no pueda disfrutar viendo el cine X convencional?, o quizá ¿es cierto que la industria del cine pornográfico necesita una transformación y un cambio de valores?
El debate está servido. Y como todo en esta vida, sus películas no han tardado en recibir tanto críticas positivas como críticas negativas.
Por un lado se sitúan aquellos que sí ven necesario que la industria X se reinvente y se acomode a unos tiempos en los que la igualdad y respeto hacia la mujer son un objetivo clave. Para ello apoyan a Erika Lust entre otras, ya que realiza películas dirigidas a mujeres, en las que el sexo está contemplado desde una óptica femenina y feminista que hace a la mujer sentirse partícipe de la acción fuera de los típicos papeles de sumisa o viciosa sin límites. Afirman, además, que Lust hace un cine que presenta mayor igualdad entre géneros en diferencia a lo que muestra el cine pornográfico convencional.
Sin embargo, también hay quién no lo ve así, ya que muchos critican que distinguir entre géneros en este tipo de cine sí que es sexista. Muchos lo califican de excluyente y elitista y ven en esta forma de hacer cine un simple negocio: ahora que se ve un filón en la demanda de una pornografía menos agresiva hacia la mujer, y que las mujeres quieren disfrutar del sexo y la pornografía de una forma más abierta, le ponen etiquetas a un nuevo cine, y ya hay un producto que ofrecer. Pero las críticas negativas hacia Erika Lust no se quedan ahí, añaden también que los cánones de belleza que la productora sueca muestra en sus películas no transgreden los establecidos en el resto de ámbitos, ya que todos los actores responden a los modelos dominantes de ese cine X del que pretende diferenciarse.
El cine pornográfico producido por Erika Lust, ya sea sexista o promueva la igualdad entre géneros, es una novedad: a muchos gusta, a otros ofende, pero en lo que todos coinciden es en que, sin ninguna duda, dará mucho que hablar.